vivir cosechando


En agricultura, cosechar se refiere a la recolección de los frutos, hortalizas o semillas cuando están maduros. En la bioeconomía, consiste en obtener de la tierra y del reciclaje con la menor huella ecológica posible lo que necesitamos para vivir. Se trata de cosechar y reutilizar tu propia agua, utilizando el agua de lluvia y depurar para su reutilización todas las aguas grises. Cosechar la energía necesaria del sol y del viento, almacenándola para cuando se vaya necesitando. Cosechar significa maximizar los elementos naturales en los que se alojan las viviendas del futuro, aprovechando el calor de la tierra y la orientación inteligente hacia el sol. También se utiliza en el sentido más tradicional, y trata de alcanzar la autosuficiencia con criterios de soberanía alimentaria, reciclando las aguas negras en compost que se va añadiendo a los nutrientes naturales en la tierra debajo de los huertos inteligentes.

Seguir manteniendo el sistema actual que toma de la naturaleza recursos como si fueran infinitos, sin permitir que se regeneren, y, además la devuelve más residuos de los que es capaz de absorber, contaminando todo y poniendo en riesgo la biodiversidad. Representa una gran ineficiencia y un gran disvalor generando un importante problema.

Curiosamente, la inversión que requiere montar una forma autónoma de vida con emisiones cero de CO2 es más barata que el estandar actual, aunque no es conocido por los usuarios del sistema debido a los métodos de autopromoción del propio sistema. Tienen menor coste porque estas formas autónomas de vida tienen que ser más pequeñas para cumplir con el principio de la biomimética, y, porque requiere una inversión mucho menor que montar una célula de la economía de la especialización del modelo de crecimiento, pudiendo ser autoconstruida y utilizar material de reciclaje. En la economía actual al tener que comprar una casa, en la mayoría de los casos en una ciudad (el ecosistema por naturaleza del sistema), pagar una respetable cifra de inversión financiada en una mayoría de los casos por un banco para los siguientes 40 años, comenzar a pagar los servicios del agua, energía y alimentos, de sistemas ineficientes, caros y con un gran disvalor por el alto coste medioambiental, que no se refleja en el precio de los servicios y productos que consume un ciudadano medio, financiando el sistema el disvalor con la hipoteca medioambiental que trasladamos irremisiblemente a las generaciones futuras.

Todo el que continua aceptando el modelo de crecimiento imperante, se convierte en un defensor del mismo, ya que tendrá que participar en la ecuación producción-consumo para las siguientes décadas y probablemente educará a sus hijos en ese modelo. Con los años sentirá que trabaja demasiadas horas, que no tiene tiempo para pensar o aprender, algo que en si mismo es el rasgo más humano que podemos alcanzar, y que le dificulta en extremo participar de un cambio que se está produciendo. La sociedad del conocimiento se está gestando en un proceso de generación y transmisión contextual a través de internet por la necesidad de inventar y extender una forma de vida que permita a las personas poder vivir cubriendo sus necesidades básicas sin tener que hipotecar su vida, entregando su alma al beneficio de las grandes corporaciones. Y que le permita obtener el tiempo para participar en la sociedad del conocimiento. La existencia física se volverá más local y la vida virtual se globalizará hasta límites inimaginables.

Con el tiempo cada vez más personas irán entrando a formar parte del grupo de pioneros que están desarrollando los pilares de una nueva civilización que se instaurará casi sin que podamos darnos cuenta, creando un nuevo ecosistema social y económico, que tendrá que gestionar los movimientos de transición.




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