el ejemplo de implantar un nuevo modelo tras la crisis: Rafaela, Argentina



A principios del siglo XXI, la crisis cayó sobre Argentina. Se produjo el ya famoso corralito y muchos negocios cerraron. Era el momento de cambiar, de plantearse otro modo de economía. Rafaela, una ciudad en la provincia de Santa Fe, lo hizo. (Ese mismo momento, se está viviendo en Europa ahora, lo que convierte a la localidad argentina en un ejemplo de lo que se podría hacer.)

Rafaela ha desarrollado un modelo de producción y consumo sostenible que esté siendo estudiado por universidades de diversos países, así como por responsables políticos. El plan comenzó hace tiempo. Desde hace diez años, por ejemplo, el municipio impulsa un plan de separación de residuos en los domicilios, que permite recuperar el 20% de los residuos. El 80% restante es procesado y convertido en materia prima.

También los desechos naturales son aprovechados. Por ejemplo, con los restos de poda y los escombros se obtiene granza (un carbón vegetal) que sirve para la industria de la construcción. Los neumáticos se trituran para obtener gravilla para el asfalto. Las botellas de plástico PET también son trituradas y usadas para crear muebles que no se oxidan y juegos para exteriores. Todo se aprovecha, nada se tira.

Todo este sistema, no es sólo beneficioso para el medio ambiente, sino también para la sociedad. Antes, los residuos se tiraban en un basural a cielo abierto, que producía un olor pestilente. Allí, unas treinta familias se habían asentado en chabolas. En la actualidad, esas personas conforman cooperativas de recicladores y algunas han podido retomar la educación formal que abandonaron hace años.

El programa medioambiental de Rafaela se divide en seis aspectos: gestión de residuos sólidos urbanos, energías renovables, biodiversidad, movilidad sostenible, educación ambiental y economía verde.

Todo hogar en Rafaela tiene tres contenedores de reciclaje de basura: uno para residuos orgánicos, otro para envases de plásticos y vidrios, y otro más para residuos especiales como pilas, baterías, equipos electrónicos. Además, se recolecta el aceite usado para elaborar biodiésel para el transporte público.

Los responsables de este proyecto reconocen que conseguir que los ciudadanos se impliquen en el proceso no es fácil, pero, con tiempo, al final se consigue. Así lo cuenta Florencia Abron, promotora ambiental que trabajabarecorriendo puerta a puerta los hogares para concienciar a los rafaelinos.

Energías renovables y reforestación

Otro de los pilares de la política ambiental de la ciudad es la apuesta por las energías renovables. Así, el Grupo Tecnológico Automotor (GTA) y la UTN Regional Santa Fe desarrollaron un prototipo de vehículo solar que resultó ganador el año pasado en la competición de autos solares en el desierto de Atacama. Es un vehículo experimental para una persona, con paneles fotovoltaicos en su superficie y pedales para impulsarlo como una bicicleta. Tiene una alta autonomía y llega hasta los 60 km/h.

Por otra parte, se está llevando a cabo un proceso de reforestación de la zona. El enorme desarrollo agrícola y ganadero en la provincia de Santa Fe significó la pérdida del 80% de la masa forestal. La idea, ahora, es recuperar parte de ese variado ecosistema, que abarca tanto el chaco húmedo como el espinal y la selva. Claudia Tomaso, directora de la escuela especial de formación laboral 2082, en las afueras de Rafaela, cuenta que se plantaron, con el asesoramiento de especialistas del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), especies autóctonas de la región.

La idea es rescatar la historia y las propiedades de los árboles: la tipa colorada, de cuyo tronco y hojas se extrae una sustancia muy efectiva para combatir la pediculosis; el timbó, de madera altamente resistente. Y el algarrobo, que los quechuas llamaban tacú y veneraban con gran respeto. De su fruto se obtiene un sucedáneo del chocolate con excelente sabor y sin grasas, y que, además, tiene la propiedad de fijar el nitrógeno en el suelo. La reforestación se realiza por especies, ya que cada una tiene un período distinto de plantación teniendo en cuenta las condiciones climáticas.





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